CON NOMBRE PROPIO
01.05.09
scherzo
Shostakovich, punto de encuentro
CUARTETO CASALS Y ALEXEI VOLODIN
Una de las más atractivas propuestas cameristicas del año une en torno a la genial música de Dimitri Shostakovich a dos indiscutibles valores de la nueva generación de interpretes que se están abriendo un hueco en la competitiva escena internacional sin golpes de efecto ni apoyos mediáticos; el pianista ruso Alexei Volodin y el Cuarteto Casals. En el proyecto Shostakovich — una gira europea que contempla desde el 4 al 9 de mayo actuaciones en Lisboa, Madrid, Valladolid, Barcelona y Ámsterdam—, interpretarán por separado en la primera parte del concierto dos piezas de enorme calado, los 24 Preludios para piano solo, op. 34 y el Cuarteto nº 7. op. 108 para terminar la velada con un punto de encuentro el fabuloso: el Quinteto con piano op. 57. No ha sido Shostakovich, hasta la fecha, un autor excesivamente frecuentado por estos jóvenes intérpretes, lo que añade no poco interés y frescura a la propuesta.
En el caso de Alexei Volodin (San Petersburgo, 1977) estamos ante un sólido pianista que combina talento, técnica y sensibilidad, muy brillante en el repertorio ruso —Rachmaninov, Pokofiev- pero que en los dos últimos años ha centrado su carrera en Beethoven, con especial dedicación a sus cinco conciertos para piano, que ha llevado de gira por España y otros países europeos. En su discografía destaca una poderosa versión de la Sonata, op. 111 en su primer recital, grabado en directo en Múnich, y en el que figuran soberbias lecturas de la Sonata nº 7 de Prokofiev y Seis momentos musicales, de Rachmaninov (Live Classics). Ya en su segundo registro para el mismo sello, Beethoven copa todo el protagonismo con dos piezas maestras, las Sonatas, op. 109 y op. 106 “Hammerklavier“.
Volodin comenzó a estudiar música a la edad de nueve años y a los diez se trasladó a Moscú para formarse en la Escuela Musical Gnessin. Un punto trascendental en su formación fue el encuentro en 1994 con Elisso Virsaladze en sus clases magistrales en el Conservatorio de Moscú. Pronto llegaron premios notables. destacando por encima de todos el Concurso Géza Anda de Zúrich en 2003, galardón que supuso la proyección internacional de su carrera. Sus éxitos en Paris, Nueva York, Berlín, Ámsterdam, Bruselas, Zúrich, Viena, Fráncfort, Milán y Londres -su último debut fue en el Barbican Center el pasado noviembre tocando con la Sinfónica de Londres los Conciertos Tercero y Cuarto de Rachmaninov. permiten tratar su itinerario concertístico en los últimos seis años, con éxitos también en varias ciudades españolas y un futuro compromiso de gran importancia: su debut en 2010 con la Filarmónica de Nueva York.
Cuenta Volodin con el respaldo de su famoso compatriota Valeri Gergiev, que suele brindar su ayuda a todos aquellos intérpretes en los que encuentra madera de estrella. Además del respaldo de Gergiev, con quien tiene previstas giras por Estados Unidos, Alemania. España y Japón, tiene en su agenda la integral de los conciertos de Beethoven con Lawrence Foster en Lisboa, conciertos con Sebastian Weigle en Francfort y Rafael Frühbeck de Burgos en Dresde. La lista de grandes batutas con las que ha colaborado este joven músico incluye a Lorin Maazel, Riccardo Chailly, Mikhail Pletnev. Zoltan Kocsis y Marek Janowski.
Volodin ha conseguido ser lo que quiere ser: un buen pianista. No busca el éxito mediático ni se apunta al circo de las teclas, y no necesita una multinacional del disco detrás pregonando sus virtudes para seducir al público. Sencillamente, toca el piano sin concesiones ni sentimentalismos. Y lo hace muy, pero que muy bien. Es, como apuntábamos, un artista serio y riguroso, y lo primero que llama la atención en su toque es la precisión, la transparencia del sonido y la sobriedad, arma cada vez más tara de ver en un mercado dominado por excesos de vanidad, sofisticación y virtuosismo hueco. Quizá le falta un punto de riesgo y mas gusto por la aventura a la hora de explorar matices, y no anda sobrado de sentido del humor cuando, y esto es mas serio de lo que parece, hay que sacarle todo su jugo al luego dialogante con la orquesta que piden Haydn, Mozart o Beethoven. Son pequeños reparos ante un pianista que crece día a día y es capaz de mostrar, sin desmelenamientos inútiles ni exasperantes caprichos, un notable virtuosismo y una sensibilidad que aflora especialmente en los momentos de mayor intensidad expresiva, en los que suele lucir un frasco elegante, sin afectación ni edulcorantes, y un sonido de extrema belleza y delicadeza que recuerda al legendario Emil Gilels.
Basta echar un vistazo a la agenda del Cuarteto Casals —sin salir de Europa, tienen citas esta temporada en salas del calibre de la Philharmonic de Berlin, Musikverein de Viena, Palais des Beaux Arts de Bruselas, Tonhalle de Zúrich, Conservatorio de Ginebra, Chatelet de Paris y Wigmore Hall de Londres—, o recordar sus colaboradores con pianistas de la talla de Elisabeth Leonskaia, Oleg Maisenberg y Mitsuko Uchida, para certificar el clamoroso éxito internacional de una formación que, desde su creación en la Escuela Reina Sofia de Madrid en el año 1997, en la cátedra de Antonello Farulli, no ha hecho más que subir peldaños en la escena internacional a un nivel jamás alcanzado por una formación camerística española: basta recordar que en 2005, tras cuatro años paseándose por los mejores auditorios del mundo, debutaron en el Festival de Salzburgo haciendo historia.
Ciertamente, los violinistas Vera Martinez-Mehner y Abel Tomas. el viola Jonathan Brown y el violonchelista Arnau Tomas, los integrantes, naturalmente. del Cuarteto Casals, están haciendo historia y de paso rompiendo los tópicos que apuntalaban la negra sentencia de que España era país de grandes solistas pero incapaz de potenciar grupos de cámara de élite. A base de tesón y entrega, han forjado una personalidad propia que ha recibido el reconocimiento unánime de la crítica y galardones como los primeros premios del concurso internacional para cuartetos de cuerda de Londres (2000) y el Concurso Johannes Brahms de Hamburgo (2002). También en España les ha llegado el reconocimiento, con distinciones como el Premio Ciutat de Barcelona 2005 y el Premio Nacional de Música 2006. Pero hay cosas mucho mejores que los premios, como la oportunidad que les brinda cl Auditori de Barcelona desde 2006, como grupo residente Con su propio ciclo de conciertos en la sala de cámara que ellos mismos inauguraron hace tres años. También define muy bien la personalidad y las inquietudes del Cuarteto Casals su generosa dedicación a la enseñanza, impartiendo clases magistrales en el Conservatorio Superior de Música de Aragón (Zaragoza), el Musikene (Donostia) o desde el otoño de 2003, en la Escola Superior de Música de Catalunya (Esmuc) (Barcelona).
Su éxito es fruto de un trabajo artístico serio. riguroso y ambicioso, desde una exultante vocación camerística que en España ha abierto espacio a las nuevas generaciones de intérpretes. Desde el primer momento —en sus inicios formó parte del grupo el viola vasco Andoni Mercero, al que sucedería primero el estadounidense David Quiggle y después su compatriota, Jonathan Brown- nacieron con vocación de continuidad; querían hacer música de cámara y no la típica carreta de solista, meta común en los conservatorios españoles de la época. La primera meta fue, evidentemente, la simple supervivencia, y en su camino hacia la consolidación contaron con el apoyo incondicional de Jordi Roch, que les ofreció un ciclo propio dentro de la Schubertiada de Barcelona, y Antonio Moral, que apostó por unos artistas noveles contratándoles para actuar en el Liceo de Cámara, cuajado de solistas y grupos de cámara de élite.
En esos primeros años exploraron la base de su repertorio, los cuartetos de Schubert. Los pilares de su formación han sido Walter Levin. del Cuarteto LaSalle y Rainer Schmidt, del Cuarteto Hagen, además de la gran experiencia trabajar con el Cuarteto Alban Berg. Sin complejos, buscaron pronto su propia identidad, poniendo en práctica sus propias ideas acerca del sonido de un cuarteto. Nada de conformarse con un sonido estándar que sirva para tocar todo. Han trabajado hasta la obsesión la flexibilidad, el color, el peso del sonido, para adaptarse al sonido que mejor conviene a cada compositor, lo que implica no pocos riesgos, Basta escuchar sus aproximaciones discográficas a Arriaga, Zemlinsky o Mozart para palpar esa búsqueda de adecuación a la que no es ajena la observación de las aportaciones que ha brindado el movimiento historicista y el uso de instrumentos de época. No en vano su modelo preferido es el Cuarteto Hagen.
Shostakovich (y también Bartók) figura, obviamente, entre sus autores predilectos, y en el caso del músico ruso, tanto Vera Martínez-Mehner como Arnau Tomás nos revelan su afinidad con esta música. “Siempre nos ha gustado mucho su música. Es uno de los genios indiscutibles del siglo XX y su música goza de una gran riqueza armónica y una gran fuerza rítmica a la vez. Siempre estaremos profundizando este lenguaje”, aseguran. Los dos coinciden también a la hora de señalar sus modelos interpretativos preferidos en este repertorio, sus referencias. “Para los cuartetos, el Borodin; para las sinfonías, Evgeni Mravinski y la Orquesta Filarmónica de Leningrado; y para los conciertos, Mstislav Rostropovich y David Oistrakh”.
A pesar de todas las crisis que padece la industria discográfica. y que ha dejado en la cuneta a míticos solistas y grupos, el Cuarteto Casals sigue contando con el respaldo de Harmonia Mundi; ellos y el pianista Javier Perianes (¿para cuándo un disco conjunto?) son los únicos intérpretes españoles que se mantienen en activo en el sello francés. Su discografía cuenta ya con referencias indiscutibles: los cuarteles de Arriaga; el hermoso programa con los cuartetos de Debussy y Zemlinsky; el no menos atractivo disco en que comparten protagonismo las deliciosas Vistas al mar, de Eduard Toldrà y un gran Turina, La oración del torero, con el Cuarteto de Ravel. También se han lanzado al gran repertorio clásico y romántico. y, aunque la recepción ha sido menos entusiasta —reconozcamos que la competencia es muy dura- sus incursiones en los cuartetos de juventud de Mozart o el monográfico Brahms con los tres cuartetos y el Quinteto con piano, junto al pianista Claudio Martínez—Mehner acreditan una incuestionable calidad. Muy pronto saldrà a la luz su última incursión, la integral de los Cuartetos op. 33 de Haydn que grabaron hace unos meses en Berlin y que ofrecieron recientemente en dos conciertos en el Auditorio Nacional de Madrid dentro de la programación del Liceo de Cámara. Sobre su aproximación a las obras de Haydn, Vera Martínez-Mehner y Arnau Tomàs insisten en la necesidad de buscar un sonido que se adapte a cada época como punto de partida a la hora de explorar distintos repertorios. “Cada época ha tenido un diferente leguaje para expresar las emociones de la música. En el clasicismo, la retórica y la polaridad son mas evidentes y por tanto buscamos la mayor transparencia posible en el sonido para resaltar simplemente el diálogo musical y el contraste. En el siglo XX, cada autor fue creando su propio lenguaje, es un siglo mas personal y la retórica suele ser en todo caso más ambigua. Pero cada autor realmente tiene su propio idioma". Todo a punto, pues, para explorar el universo de Shostakovich junto a un pianista que, como ellos, vive la música con pasión, pero sin obsesionarse por el éxito y la fama.
Javier Pérez Senz
Cuarteto Casals, Alexei Volodin, piano,
Obras de Shostakovich,
5-V-2009. Madrid. Auditorio.
6-V-2009. Valladolid. Auditorio.
7-V-2009. Barcelona. Auditori.